No creo en el amor.
No creo en la amistad.
No creo en los políticos.
No creo en ningún dios.
No creo en el destino.
No creo en…
¿Creo en algo?...Creo que creo que todo es puro interés y conveniencia.
No creo en el amor.
No creo en la amistad.
No creo en los políticos.
No creo en ningún dios.
No creo en el destino.
No creo en…
¿Creo en algo?...Creo que creo que todo es puro interés y conveniencia.
No se si pasará en vuestros institutos, universidades, traba- jos…etc pero en mi instituto parece (y en la mayoría de casos es así) que las chicas se levanten una hora o más antes de lo normal sólo para: maquillarse, pintarse los ojos, los labios, alisarse o rizarse el pelo, hacerse un peinado, y vestirse… “super cools”. Y ahora también han empezado a hacerlo muchos chicos.
No me estoy metiendo con nadie, cada uno puede ir como quiera, simplemente me pregunto por que pasará esto.
¿Que hay de malo en lo natural?
¿Que necesidad hay de ocultarse día tras día bajo una capa de potingues?
Las apariencias parece que importan más cada día que pasa.
Es una manera de decir lo poco que se valora la sociedad.
Somos como somos, y en mi opinión, debemos aceptarlo y no intentar buscar una solución superficial.
Sino, ¿como va a ser capaz la gente de apreciarnos por lo que somos y no por lo que pretendemos aparentar?
Vivimos preocupándonos por nuestra felicidad y, normalmente, también por la de los que nos rodean. No llego a comprender esta obsesión por ver la vida de color de rosa. La felicidad es un concepto relativo, ya que, en muchas ocasiones lo confundimos con cosas materiales. En otras casos, lo relacionamos con estar lo más apartado posible de la soledad, ¿pero por qué estar rodeado de gente iba a hacerte más feliz?. El momento del día donde todos los pensamientos se concentran, cuando te acuestas y estás solo en tu cama; no piensas lo mismo ¿verdad?. Como dice el refrán: “más vale solo, que mal acompañado”. Para mi, la felicidad consiste en sentirte bien contigo mismo, aceptando como eres con tus cosas buenas y tus cosas malas, sin depender de nada ni de nadie, ya que los seres humanos actúan por naturaleza según sus conveniencias.
Por otro lado, la soledad no es mala compañera, solo hay que saber cómo convivir con ella, porque, queramos o no, nos acompaña a lo largo de toda nuestra existencia. Teniendo esto presente, podemos empezar a respetarla y a no ignorarla, porque de lo contrario nos estaríamos engañando a nosotros mismos.
Por lo tanto, pienso que felicidad y soledad pueden ir en el mismo lote sin influirse negativamente entre ellas.